Habían pasado cuatro días desde la noche de la presentación. Cuatro días en los que la vida de Aria parecía haber recuperado un pulso más suave, más respirable. Había trabajado sus turnos con normalidad, Sophie seguía cargando su energía chispeante por el bar, y Demian… bueno, Demian cumplió lo prometido: darle espacio, pero sin desaparecer.
Hubo mensajes breves: Buenos días. Buenas noches. Algún meme tonto que él decía que le recordaba a ella. Y una cita pactada para esa noche.
Aria tenía la noche libre, al contrario de su amiga. Y eso le daba una mezcla de libertad y vértigo que hacía mucho no sentía.
Cuando Demian estacionó frente a la casa, Aria salió con una bufanda color crema y las mejillas rosadas por el viento helado de diciembre. El cielo estaba limpio, las luces navideñas empezaban a colgar de los balcones, y una música suave, casi imperceptible, se escapaba de alguna casa cercana.
—Estás hermosa —murmuró Demian apenas llegó al auto.
—Tú también —respondió ella, aunque él s