Aria estaba de pie frente al espejo del baño, tratando de domar su cabello aún húmedo mientras Sophie se colocaba los aros frente al tocador del pasillo. La casa estaba tranquila, con ese sonido casi imperceptible de la calefacción encendiéndose cada cierto tiempo.
Afuera el cielo estaba gris, pero no helado. Era una de esas noches que parecían suspenderse, como si el mundo todavía no terminara de despertarse del todo.
Aria soltó un suspiro profundo mientras recogía su cabello en una media cola.
—Bueno, al menos esas seis horas te hicieron bien —comentó Sophie desde el pasillo mientras ajustaba su chaqueta ligera.
Aria se miró en el espejo, acomodándose el cabello.
—Sí… creo que fue suficiente para recuperar algo de energía, aunque creo que la voy a perder pronto porque todavía estoy procesando todo.
Sophie asomó la cabeza por la puerta y le dedicó una mirada suave.
—Es normal, Ari. Nadie acomoda algo así en una tarde, pero te veo más centrada.
Aria bajó la mirada mientras se colocaba