Mundo ficciónIniciar sesiónLo Hago Por Mi Esposa
El sonido constante del monitor cardíaco llenaba la habitación con un ritmo pausado y monótono. El olor a desinfectante impregnaba el aire, mezclándose con el silencio tenso que se cernía sobre ellos. Damian estaba recostado en la camilla, el brazo inmovilizado con una férula, el hombro vendado y la piel aún pálida por la pérdida de sangre. Sus ojos se movían con dificultad hacia los hombres frente a él: Arthur, que permanecía sentado junto a la cama, con las manos entrelazadas y la mirada perdida; y Dante, de pie junto a la ventana, impecablemente vestido, con el ceño fruncido y un aire de contención que casi se podía palpar.
Dante Moretti no hablaba, pero su sola presencia imponía. Era como si cada respiración suya estuviera medida, cada palabra a punto de ser filtrada antes de salir. Arthur, en cambio, parec&ia







