Los hombres coqueteando por ahí es algo normal.
Y las mujeres, deben aprender a conformarse.
¿Qué clase de lógica es esa?
—Lo de hoy lo pasaré por alto, pero encárgate de arreglar las cosas —dijo la señora Rivera.
Luego, como si recordara algo, añadió:
—Y recuerdo que dejaste la escuela, ¿verdad?
—Sí.
—Pues ya que no estás estudiando, no te preocupes por nada de la escuela.
Ser la esposa de los Rivera significa que, aunque no vayas a clases, ese título caerá en tus manos.
—Señora…
—Ve y ocúpate de eso. Ahora solo tienes que pensar en cómo conquistar el corazón de Alejandro, lo demás no te debe importar. Además, si vas a casarte pronto, seguir en la escuela solo hará que te burlen.
El tono de la señora era claramente una orden.
Aunque Sofía no estuviera contenta, tenía que aceptar.
Porque si perdía el apoyo de la señora Rivera, y Alejandro se pusiera en contra de la familia Valdés, estaría en una posición muy difícil.
Sofía no dijo nada, dando a entender que estaba de acuerdo.
—Buen chi