—¡Señora! —el rostro del chofer se puso pálido al instante.
Llevaba tantos años al lado de la señora Rivera, y aunque antes había cometido errores, era la primera vez que lo castigaban tan severamente.
—¡Se lo juro, fue solo un malentendido! ¡Se me salió decir eso sin pensar! Yo solo…
—Llévenselo.
La señora ni siquiera le dirigió una mirada más. Uno de los empleados se acercó, lo ayudó a levantarse y comenzó a escoltarlo hacia la salida.
Sofía, que siempre había visto el lado benévolo de la señora Rivera, jamás la había presenciado actuar con tanta frialdad.
Tal vez… la verdadera señora Rivera siempre había sido así, y solo se disfrazaba de amable frente a los demás.
Después de todo, ¿qué tan compasiva podía ser una persona que despedía sin dudar a un empleado que la había acompañado durante tantos años solo por una frase de otra?
—Sofía, te mandé llamar hoy porque quería saber si estás al tanto de lo que salió en las noticias.
—¿Qué noticia, señora? —preguntó ella con fingida confusió