—La distribución y los muebles de la habitación seguían igual, solo que ya no estaban sus cosas.
Al pensar en eso, Sofía negó con la cabeza y soltó una risa amarga.
Sofía Valdés… qué tonta fuiste antes, buscándote problemas donde no los había.
Apenas llevaba un rato en la habitación cuando, de pronto, se escuchó un fuerte ¡Paf! en la habitación de al lado, donde estaba Alejandro.
Sofía frunció el ceño y se dirigió hacia allí. Al entrar, una intensa fragancia dulce inundaba el cuarto. Sofía se quedó paralizada y, antes de que pudiera reaccionar, Alejandro la jaló bruscamente hacia adentro.
—Sofía Valdés… ¡Qué bien lo planeaste!
Alejandro hablaba con los ojos llenos de frialdad. Su respiración era agitada, el rostro enrojecido, y su mirada… completamente alterada.
Sofía sentía que se ahogaba bajo su agarre en el cuello.
—¡Alejandro… suéltame!
—¡Tú y la abuela montaron todo este show!
—¡Déjame!
Con un último esfuerzo, Sofía logró empujarlo.
Tosió, sintiendo cómo ese aroma dulce invadía s