En su vida pasada, Sofía recordaba perfectamente la primera vez que vio a Alejandro tan íntimo con Mariana.
En aquel entonces, Alejandro se acercó a ella y le dijo fríamente:
—Tú decidiste ser mi prometida, así que deberías estar preparada. No te metas en mis asuntos. Lo único que tienes que hacer es soportar.
Ahora, Sofía le devolvía palabra por palabra esa misma frase.
Tal como era de esperarse, el rostro de Alejandro Rivera se tornó aún más sombrío. Su mirada hacia Sofía destilaba ira.
—Sofía Valdés, aunque quisieras tener un momento romántico con Mateo Ruiz, ¡deberías saber dónde estás!
¡Golpeaste a alguien frente a toda la escuela, dejaste en ridículo a Mariana! ¿No crees que te pasaste?
Sofía respondió con frialdad:
—Ya lo hice. ¿Y ahora qué quiere el señor Rivera que haga?
—Pedir disculpas públicamente. A Mariana y a sus compañeras. ¿Hace falta que lo diga?
Frente a semejante favoritismo hacia Mariana, Sofía no pudo evitar replicar:
—¿El señor Rivera no piensa preguntar por qué