Pero Mariana los había arrastrado a todos hasta el punto de que ninguno pudiera graduarse con normalidad.
Sofía la miraba mientras la tenían agarrada del cuello y el rostro de Mariana se tornaba morado; ella no hizo más que soltar una risa fría.
Las desgracias impuestas por la vida se resisten; las que uno se busca, lo entierran.
Todo esto era consecuencia de las propias acciones de Mariana.
Por la tarde, el veredicto sobre Mariana volvió a modificarse.
Esta vez no solo se le negó la graduación, sino que además fue expulsada de la universidad.
Los que habían sido cómplices y la encubrieron también fueron removidos de sus cargos.
Cuando el secretario Javier llevó la noticia a los oídos de Alejandro Rivera, la resolución ya estaba firmada.
El escándalo había llegado tan lejos que el propio Departamento de Educación lo tomó con máxima seriedad.
Ni siquiera Alejandro, interviniendo en persona, podía revertirlo.
Por la magnitud del impacto, Mariana no podría graduarse.
—Señor Rivera, la señ