Al escuchar que Mariana se había graduado sin problemas, Sofía creyó que había entendido mal.
—¿Mariana graduada sin problemas? ¿Cómo pueden tomar una decisión así? ¡Si fue ella quien encabezó el fraude! ¿Cómo es posible que no reciba ni un castigo?
—Es una resolución del comité disciplinario —respondió Mateo Ruiz con calma—. El rector ya fue destituido y está bajo investigación. En unos días habrá un nuevo director. Créeme, ese ya es el mejor resultado.
—¿Fue Alejandro? —preguntó Sofía, formulando en voz alta la sospecha que le quemaba por dentro.
Pero enseguida se mordió los labios y dejó escapar una risa amarga. Qué pregunta tan ingenua.
En Ciudad Brava, aparte de Alejandro, ¿quién más tendría semejante poder?
—Hiciste lo suficiente —dijo Mateo, con tono grave—. Pero ella tiene un respaldo más fuerte que el tuyo, y eso… eso hay que admitirlo.
Sofía levantó la vista de golpe y lo miró fijamente.
—¿Qué me miras así? —preguntó Mateo, frunciendo el ceño.
—¿El señor Ruiz admite entonces