Alejandro miró fijamente a Sofía sin poder pronunciar palabra durante un largo instante; la vena de su frente se marcaba con furia contenida. Al final, apretando los dientes, solo alcanzó a decir:
—Sofía, no te arrepientas después.
—¿Arrepentirme yo? Imposible. Si el señor Rivera decide irse, yo más que encantada.
Sofía respondió con el rostro impasible, sin un solo titubeo.
Conociendo el carácter de Alejandro, ella sabía que él no soportaba que una mujer lo humillara de esa manera.
En ese momento, Mateo Ruiz apareció caminando hacia ellos.
Su llegada fue tan deliberada que cualquiera podía notar que venía directo a interponerse.
La intención que aún quedaba en Alejandro de seguir hablando con Sofía se evaporó al instante.
—Escuché que una de mi alumna estaba siendo acorralada, así que vine a ver qué ocurría… y resulta que es el mismísimo señor Rivera.
Mateo se colocó de manera natural al lado de Sofía.
Los dos juntos parecían una pareja perfecta, como esculpida a la medida.
Alejand