El director, todavía con el rostro rígido, caminó hasta su escritorio. Tomó el celular y marcó al jefe de disciplina. Con voz severa ordenó:
—¡Expulsen de inmediato a Mariana García! ¡Queda fuera de la universidad!
El funcionario de la comisión disciplinaria observó la reacción del director, anotó algo en su libreta y luego dijo con frialdad:
—Rector, lo de Mariana ya está resuelto. Ahora es momento de hablar de su asunto.
—¿Mi asunto? —el director se quedó helado.
¿Qué tenía que ver él en todo esto?
¿Por qué, sin motivo, la comisión quería investigarlo?
—De acuerdo con nuestros registros —continuó el funcionario—, anteayer apareció en la página oficial de la universidad un foro denunciando a Mariana García por hacer trampa. Pero la administración ignoró el tema, ordenó suprimir los comentarios y bloqueó todas las publicaciones relacionadas. ¿Es cierto?
Las piernas del director se aflojaron.
¿Acaso la comisión sospechaba que había aceptado un soborno de Mariana para encubrirla?
¡Él no