El secretario Javier volvió a dudar.
¿Debía avisar o no avisar?
—Pero este examen es muy importante para mí. ¿Puedo usar la mano izquierda? —preguntó Sofía—. Escuché que ustedes los médicos tienen una destreza especial, que son hábiles con ambas manos. ¿Podría enseñarme algunos trucos?
—¿De verdad quiere aprender?
—¡Sí, quiero! —respondió Sofía con total seriedad, mirándolo fijamente.
Leonardo asintió.
—Es cuestión de costumbre. Tu mano izquierda no tiene ningún problema serio, así que podrías usarla para escribir. El detalle es que solo te quedan nueve días, y será difícil.
—No me importa la dificultad, lo que necesito es graduarme.
Un título de la Universidad de Finanzas era, para ella, como una llave capaz de abrirle las puertas de un mundo nuevo.
En ese círculo, la educación académica lo era todo.
Y en particular esta uni, que tenía un peso distinto, casi simbólico.
Para familias como los Rivera, tal vez no significaba gran cosa.
Pero para los Valdés, que ya estaban al borde del co