—Es ella.
La silueta de Lola era inconfundible, y aquella foto parecía tomada de cerca: se distinguían perfectamente sus facciones.
—¡Lo sabía! —estalló Luna—. ¡Esa mujer nunca fue de fiar! ¡Se atrevió a codiciar el lugar que era tuyo!
—¿Qué lugar mío? —preguntó Sofía, desconcertada, sin entender a qué se refería.
—¡Pues el de prometida de Alejandro! —replicó Luna con indignación—. Mira, en el grupo todos lo dicen: hoy la recogió un auto de los Rivera antes de entrar a clase. ¡Con fotos y todo, no hay duda!
Al escucharla, Sofía se inclinó hacia el celular. Efectivamente, la pantalla estaba llena de rumores que relacionaban a Lola con Alejandro.
—Se supone que tú ya rompiste el compromiso con él —continuó Luna—. Esa Lola apenas cuenta como una prima lejana sin importancia, ¿qué derecho tenía a subirse al carro de la familia Rivera? ¡Por eso ahora todos dicen que Alejandro y ella tienen algo! ¡Que por ella fue que rompió contigo! ¡Es un escándalo, es difamarte!
—¿Difamarme a mí? Esto más