Cuando todos los estudiantes pensaban que Mateo había llegado para anunciar la beca de estudios en el extranjero para Mariana, él, con toda calma, señaló a otra persona:
—Mónica Torres.
El cuerpo de Mónica se tensó de inmediato al escuchar su nombre.
—Estoy…aquí... —respondió con voz apagada mientras se ponía de pie, sin entender todavía a qué venía todo aquello.
En ese instante, uno de los guardaespaldas que aguardaba en la puerta entregó a Mateo una hoja recién impresa.
Sin siquiera mirarla, Mateo arrojó el documento a los pies de Mónica y dijo, impasible:
—Estás expulsada.
El papel cayó con un golpe seco frente a sus zapatos.
—¡Imposible! —gritó Mónica casi sin pensarlo.
Agachándose a toda prisa, recogió la notificación y rompió el sobre con manos temblorosas. Allí, en letras inconfundibles, estaba escrito: "expulsión definitiva".
Su cuerpo entero se endureció.
¿Expulsión?
¿Por qué la estaban expulsando?
De inmediato buscó con desesperación la mirada de Mariana.
Pero el rostro de M