Pero en realidad esos noventa millones eran para Luisa Jiménez.
O sea, que en el futuro, Luisa no solo tendría que darle primero esos noventa millones a Sofía, sino que encima tendría que devolvérselos con intereses altísimos.
Con esta jugada, Sofía saldría ganando sin perder un centavo.
Pero no lo hacía solo por dinero, también quería tener un motivo sólido para meter a Luisa en la cárcel.
Ya estaba harta de que Luisa saltara frente a ella todo el tiempo.
—De todos modos… gracias por esto, señor Casanova —dijo Sofía con una leve sonrisa.
Intentó tomar el contrato de las manos de Elías, pero él, usando su altura a su favor, solo levantó ligeramente la mano y Sofía no pudo alcanzarlo.
—No hago favores gratis. ¿Y lo que quiero, dónde está? —preguntó Elías con una media sonrisa fría.
…
Sofía sacó un contrato de su bolso y se lo tendió.
—Un terreno en la ciudad de los Valdés —dijo—. Pero no tengo la fortuna de Mariana, así que esto no es un regalo.
—¿No habíamos quedado en cien mil millone