Sofía fue obligada a sentarse; en ese momento, sentía que la silla estaba hecha de clavos.
Al frente, Mariana deslizaba su mirada entre ella y Elías, con una expresión que no ocultaba nada.
—Veo que la señorita Valdés y el señor Casanova tienen una relación bastante cercana... Por eso fue ella quien me contactó, ¿cierto?
Lo decía con aparente calma, pero al tomar un sorbo de agua, trató de ocultar la incomodidad que le apretaba la garganta.
Elías, por su parte, ni siquiera la había mirado con interés desde que llegó.
Y ahora que Sofía había aparecido en escena, su descontento era evidente.
Sofía captó enseguida el malestar de Mariana. Conocía bien su carácter altivo y orgulloso; no era una mujer que tolerara verse desplazada, mucho menos en público.
Así que, sin otra opción, volvió a enfocar su juego en Elías.
—Señor Casanova, la señorita García vino con toda la disposición del mundo a hablar de negocios... y usted me llama para estar aquí. ¿No cree que eso es un poco... inapropiado?
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