Luisa hablaba como si todo esto fuera lo más natural del mundo.
Sofía no pudo evitar recordar su vida pasada. Justo en esta misma época, Luisa también había organizado una fiesta de cumpleaños para Tomás, usando su estatus como "futura esposa del heredero Rivera" para reservar otro hotel de lujo.
Y el resultado fue un desastre monumental: un escándalo ridículo que solo empeoró la ya deteriorada opinión que Alejandro tenía de ella.
En aquella vida, Alejandro nunca la quiso, así que Luisa no se atrevía a sobrepasarse.
Pero en esta nueva vida, ahora que Sofía vivía en la casa Rivera, Luisa creía tener el juego ganado… y comenzaba a actuar sin límites.
—Tía, si mal no recuerdo, el año pasado ni siquiera me celebraron el cumpleaños. Creo que fue usted misma quien le dijo a mi papá que una niña decente no debía mostrarse tanto en público, ¿me equivoco?
Pero Luisa, con la cara más dura del mundo, respondió sin vergüenza:
—Ay, pero es que un niño no es igual que una niña. Además, tú ya te que