Capítulo 187
No. No podía quedarse de brazos cruzados.

No iba a permitir que Sofía le arrebatara así, tan fácil, a Alejandro.

Con ese pensamiento ardiente en la cabeza, Mariana sacó su teléfono y marcó un número que conocía demasiado bien.

—¿Hola? Necesito que regreses al país. Tengo algo que quiero que hagas por mí.

Al caer la tarde, Alejandro ya había regresado a la casa Rivera.

Solo una lámpara estaba encendida en la sala. Desde el piso de arriba se escuchaban ruidos de muebles arrastrándose.

Frunció el ceño.

—¿Todavía no terminan?

—La señorita Valdés ha sido bastante exigente —respondió el secretario Javier, algo apurado—. En lo que va de la tarde, ya hemos cambiado tres veces los muebles.

—¿Y ella dónde está?

Javier dudó un momento antes de contestar:

—Supongo que… dando instrucciones.

—¿Instrucciones? ¿Qué va a saber ella de eso?

Alejandro subió las escaleras con el ceño fruncido y el paso pesado. Quería ver qué nueva tontería se traía entre manos Sofía.

Apenas pisó el pasillo, una nube de po
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