—Parece que la señorita Valdés tiene muy buena relación con el señor Casanova —dijo Mariana García con una frialdad que helaba el aire—. Y yo creyendo que venías con buenas intenciones, que querías ayudarme… Pero no, solo viniste a burlarte de mí.
—Mariana…
—Si el señor Casanova no tiene intención de colaborar, entonces no hay nada más que hablar.
Sin decir más, Mariana tomó el contrato de cesión del terreno, se dio media vuelta y salió del restaurante con paso firme.
Sofía se quedó mirando con el rostro sombrío.
—¡Elías, ¿pero qué carajos estás haciendo?!
Él bebió un sorbo de vino con la tranquilidad de quien está en casa, y respondió:
—Lo tienes frente a ti. Ya te lo había advertido.
—Yo estaba intentando conseguirte ese terreno con la mejor intención, ¡y tú no solo arruinas la negociación, sino que además la haces enfurecer! ¿De verdad no te interesa esa propiedad?
—Exactamente. No me interesa.
—¡Tú…!
Elías, imperturbable, cortaba su filete con calma y añadió:
—La carne aquí está bu