¿Así se siente la vida de los ricos?
Lola Hernández seguía sin responder dónde estaba Sofía, y el rostro de Alejandro comenzaba a endurecerse con impaciencia.
—¿Dónde está Sofía? —preguntó, ahora con voz más áspera.
Al notar el cambio en su expresión, Lola se apresuró a contestar:
—Y-ya se lo digo, señor Rivera, pero no se enoje, por favor…
—Habla.
—La vi hace un rato... se fue con el señor Casanova.
Lola aprovechó el momento para condimentar un poco más la historia:
—Mi prima, la verdad… esto no le queda. Estamos en la universidad y ahí estaba, jaloneándose con el señor Casanova delante de todos. Hubo mucha gente que los vio, y claro, todos empezaron a murmurar. Yo solo… sólo pensé que era mejor hablarlo con usted en privado. No quería que se sintiera mal. En serio, ella tal vez sea un poco imprudente, pero lo que siente por usted es sincero, se lo juro.
Alejandro la escuchó con la mandíbula tensa. Su rostro ya no disimulaba el mal humor.
¿Sincera?
Si Sofía fuera sincera, ¿cómo se exp