87: Vigilancias nocturnas

Al llegar a la casa de playa, contactar a Reynolds no fue lo primero que hizo Leonardo. En realidad, priorizó los antojos de su pelirroja hasta quedar los dos felizmente exhaustos, enredados el uno con el otro en las costosas sábanas de la cama king size. Mucho, mucho después de eso, cuando fue a la cocina por un vaso de agua mientras Alessa dormía, llamó a Reynolds por teléfono.

—Entonces, ¿cuál es tu reporte? —cuestionó, dejando a un lado los saludos y protocolos.

Se escuchó un susurro apagado al otro lado de la línea. Leonardo frunció el ceño, pero no pudo pensar mucho en eso porque su amigo rápidamente contestó.

—Los paparazzi continúan merodeando los alrededores del vecindario —informó Reynolds con un tono arisco—. Pero han evitado acercarse a la residencia de los Sinclair.

Tarareó antes de beber todo el agua. Colocó el vaso en la mesada de marmól.

—Es una buena noticia —masculló—, supongo.

—Lo es, aunque insisten en acosar a la hermana pequeña.

Leonardo sabía exactamente de quié
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