Estábamos de vuelta en su casa cuando el doctor me informó a través del enlace mental que Fátima se había desmayado en el hospital pero había rechazado atención médica. Tranquilicé su mente diciéndole que iría a verla, lo cual ahora me servía como coartada perfecta.
—¿Conseguiste lo que buscabas?
—Qué va... es como si me hubieran deseado y ¡zas!, aparecí en la puerta de mis padres. Una bebé lista para que la adoptaran.
—¿Y eso qué tiene de malo? ¿Para qué andar removiendo un pasado que se quiere quedar enterrado? Por algo será...
Tal vez tenía razón, pero algo dentro de mí seguía queriendo saber qué conexión existía entre Carla y yo. Héctor mismo lo había dicho: gemelas separadas al nacer. De ser cierto, ella podría saber algo más. ¿La habrían criado ellos hasta que se fue al casarse con Tomás, o también había sido adoptada? Una huérfana como yo...
Pasos apresurados se acercaron a la puerta principal de Fátima antes de que se abriera de golpe, revelando al Beta Zacarías en el pasillo.