Ella era mía, solo mía.
Clío gritó, su orgasmo llegó al mismo tiempo que yo hundía mis dientes en su cuello, atravesando piel y tejido hasta golpear el hueso.
El sabor metálico de su sangre inundó mi boca mientras mis dientes se hundían en el hueso, marcándola... reclamándola finalmente como mía.
Ella gritó mi nombre y sus emociones, sus recuerdos... me inundaron mientras el vínculo se fortalecía un poco más.
El vínculo irrompible entre nosotros daba un paso más hacia su finalización de una vez por todas.
Sus emociones se estrellaron contra mí mientras ella se abría, mientras sucumbía al llamado del vínculo de apareamiento de una vez por todas.
Sus jugos me rodearon, pero continuaba empujando dentro y fuera, los sonidos de nuestros cuerpos moviéndose resonaban a nuestro alrededor. El aroma de sus jugos se volvió demasiado intenso, al tiempo que continuaba persiguiendo mi propio placer... liberando mi semilla en ella.
Si no estuviera ya embarazada, me aseguraría de que lo estuviera. El