No era la primera vez que Rosa perdía el control de su loba y Clío tenía que recoger los pedazos, tuvo que proteger a Ares desde niña.
Todos estábamos de duelo, exhaustos... pero no dejábamos que nuestros lobos tomaran el control total y bloquearan el lado humano.
Dejé que mi aura se expandiera y la dirigí únicamente hacia la pequeña loba frente a mí, mi compañera estaba congelada en su silla... con sus manos colocadas de forma protectora sobre su estómago, protegiendo lo que también era mío.
Ahora esta era mi cocina, mi casa... y no permitiría que nadie tratara a mi Luna de esa manera.
—¡Fuera! —rugí, mi furia se sintió ácida en mi lengua.
—Jorge... —Clío me llamó, intentando calmarme mientras la loba de su madre gimoteaba bajo mi poderosa aura. Sí, ella era una Luna... pero podía sentir el poder recorriéndome... ya no me escondía de mi título de Alfa, lo estaba abrazando... por lo que mi poder se hacía más fuerte.
—¡Dije que salgas! —me moví hacia las puertas de la cocina que parecía