Punto de vista de Clío
—¿Fátima? —me agaché, intentando captar su mirada, pero ella sentía tanto dolor que sus ojos apenas se enfocaban.
Para mi asombro, Zacarías trajo otra cuerda empapada en acónito, preparándose para ponérsela. Él llevaba gruesos guantes de cuero, quizás no le causaban daño a él, pero ella sentía un dolor insoportable.
¿Por qué actuaba como si nada estuviera mal?
—Para... para ya. —empujé agresivamente la mano de Zacarías lejos de ella, bloqueando su cuerpo con el mío.
—¿Qué estás haciendo? —gruñí, con voz exigente.
—Ella lo quiere, lo necesita.
—¿Lo necesita?
Sus ojos saltaron entre Fátima y yo, antes de posar las cuerdas en sus manos.
—Yo no... ¿crees que le estoy haciendo esto a ella?
¿Acaso era la única que realmente estaba viendo la depravación ante mí? ¿Acaso tomé accidentalmente un sorbo de la petaca sin recordarlo? ¿Por qué todos actuaban como si eso no fuese terriblemente incorrecto?
—Tú le estabas poniendo las cuerdas.
—Sí, pero sin mí...
—¿Sin ti qué? —es