—No creo que Clío esperara venir tampoco, mamá. —Tomás se agachó para recoger la manta, antes de colocarla de nuevo sobre mis hombros.
—Simplemente no esperaba una visita tan temprano. Soy la Luna Mercedes. —extendió una mano muy bien manicurada hacia mí, noté anillos los caros apilados en su dedo anular.
—Clío. —la tomé, estrechando su mano.
—Un placer. En realidad, estamos emparentadas...
—Sí, el Alfa Tomás me lo había dicho.
—Tomás, no usamos títulos en esta casa. —me sonrió, mostrando sus dientes perfectamente alineados, ni uno mostraba rastro del lápiz labial rojo que llevaba en sus labios.
Esa mujer era una Luna profesional, y yo me sentía inadecuada ante ella.
—¿Qué podemos hacer por ti? —hizo un gesto para que me sentara de nuevo, luego se unió a mí en la mesa.
—Bueno, solo estaba pasando por aquí. Tomás y yo nos conocimos recientemente... —me detuve antes de continuar.
¿Debía mencionar su oferta? ¿Se lo había contado a ella? ¿Siquiera sabía que yo estaba embarazada?
Ella todav