Punto de vista de Josefina
Supe que algo había pasado tan pronto como entraron por la puerta principal.
La forma en que Javier me pasó por alto en el sofá y se dirigió directamente hacia las escaleras... el inconfundible olor a sangre perfumando el pasillo a su paso.
—¿Qué ha pasado? ¿Qué está sucediendo? —Giré el cuello con miedo de que otro ataque estuviera ocurriendo, o de que hubieran escuchado algo sobre el paradero de Jorge.
¿De quién era la sangre?
—¿Mamá, papá? —Clío se agitó ante su regreso, sus ojos reflejaban los míos mientras olfateaba el aire a nuestro alrededor. Ese olor a sangre también la puso en modo pánico.
—¿Es Jorge? ¿Ha pasado algo? —Se incorporó de golpe, sus ojos aún doloridos por la falta de sueño y sus sollozos silenciosos.
Ella todavía se culpaba por su reacción anoche, lo sabía.
Pero todo lo que hizo fue pedirle un baile, él fue el que estuvo mal, pudo haberlo manejado mejor.
—No, no tenemos noticias de Jorge. Vamos, démosles algo de privacidad. —El tío Orfeo