Punto de vista de Josefina
Debía estar en el hospital al mediodía para empezar mi turno, lo que me daba la oportunidad perfecta de entrenar esta mañana en el prado. Me estiraba en mi cabaña con la música a todo volumen... Lobo, tranquilo, sentado junto a la puerta con los ojos medio cerrados.
A mitad del entrenamiento, un gruñido bajo de Lobo me avisó que había un visitante afuera. No parecía una amenaza seria porque él siguió tumbado en el suelo, bloqueando la entrada, incluso cuando la tía Elena intentó entrar.
Miró al obstáculo peludo junto al umbral y soltó una risita mientras abría una rendija justo lo suficiente para colarse.
—Lobo, quítate. —ordené chasqueando los dedos. Él se levantó al fin, dio una vuelta sobre la misma zona y volvió a tumbarse.
—No veo cambios.
—No, por aquí no. —Pero con ella, en cambio...
—¿Qué haces aquí, tan lejos? —Me acerqué a los altavoces y bajé el volumen.
—Quería explicarte lo de anoche. —Avanzó unos pasos más dentro de la cabaña y sus ojos recorrie