Al entrar, Héctor nos esperaba en el pasillo. Cuando me dirigía a las escaleras, me pidió que también entrara en la oficina.
Ambos Alfas estaban sentados detrás de sus escritorios, emanando esa intensa aura de poder. Alfa Carla posó la mirada en su hijo antes de fijarla en mí. Sus ojos se ensancharon al ver el desastre que había hecho de mi zona costal.
—Necesitas ir al hospital. —insistió ella.
—No es nada, puedo curarme yo mismo, Alfa.
Esa no era la primera vez, aunque ellos no lo supieran.
Podía arreglarlo solo. Además, cuantas menos preguntas, mejor. No convenía que el personal médico hiciera preguntas que sembraran dudas sobre el futuro liderazgo de Javier de la manada.
—Javier, ¿qué diablos estabas pensando? Esto no es lo que esperamos de ti como futuro Alfa. Especialmente liberando tu aura sobre Josi de esa manera. ¿Qué crees que hacías? —lo confrontó Héctor con severidad. El ambiente en la habitación se volvió pesado, como nubes oscuras antes de una tormenta.
Yo sabía que no