Punto de vista de Carla
—Quiero una pistola. —Exigí con firmeza.
—No. —Me gruñó Héctor, sus ojos demoníacos se veían aún más monstruosos bajo las luces intermitentes del techo.
—Héctor... dame una maldita pistola. —Insistí, extendiendo la mano con expectativa.
Él me fulminó con la mirada, pude sentir la lucha entre nuestras auras alfa, pero no se podía negar su fuerza, superior a la mía, así que aumenté mi aura, intentando rechazar la suya.
Era como un peso invisible que intentaba aplastarme, pero su control sobre mí había desaparecido, en el momento en que acepté mi posición como alfa de la Manada Nocturna Reformada, su dominio se marchitó.
Ahora podía dejarlo cuando quisiera y abandonar su manada... mi cuerpo ya no lucharía contra mí por alejarme de él.
—No estás entrenada. —Respondió con tono categórico.
—¿Acaso importa?
—Claro que importa. —Vi que no llegaríamos a un acuerdo en eso y no tenía tiempo para otra discusión, no en medio de una invasión peligrosa. Mis guerreros estaban a