Punto de vista de Héctor
Esto no era una sorpresa total, pero sí esperaba que fuera Tomás en lugar de Zacarías quien llamara a mi puerta.
Llevábamos varios días bajo vigilancia, y ya estaba preparado para que alguno de ellos intentara hacer contacto.
Tomé un coche hacia la entrada con algunos de mis guerreros. Quería alejarme de Carla el menor tiempo posible.
Al llegar a la puerta del territorio, el imbécil arrogante estaba fumando un cigarrillo dentro del círculo cerrado que mis guardias habían formado a su alrededor.
No confiaban en su llegada sin aviso, y yo tampoco.
En cuanto aparecí, retrocedieron, dividiéndose para abrirme paso.
Ramón me acompañaba, habiéndose ganado su lugar bajo el entrenamiento de Eduardo durante mi ausencia.
—¿Qué quieres? —le gruñí.
—Nuestros hombres escucharon que habías regresado... —Zacarías sonrió con suficiencia mientras apagaba el cigarrillo en el suelo, aplastándolo con la bota.
—¿Escucharon... o vieron? Sé que han estado espiando a mi manada.
—Solo o