Punto de vista de Héctor
—Pueden hacer lo que quieran… pero idealmente saldrán por donde entraron —Carla nos fulminó con la mirada, la rabia palpitando bajo su piel, mientras observaba nuestras formas de lobo... antes de girar sobre sus talones, completamente desnuda, y alejarse.
No esperaba que saliera a recibirnos con fanfarrias, pero al menos una sonrisa cálida por mi llegada, por haber salvado a los miembros de su manada… después de todo, éramos amigos. ¿No?
La observé alejarse, y el rubio que había combatido junto a ella se acercó a nosotros, visiblemente agotado.
—No estoy seguro de lo que acaba de pasar, pero sé que el Alfa querrá verlos… síganme —suspiró, haciendo un gesto para que lo siguiéramos.
Nos transformamos en nuestra forma humana, y no tardó en llegar alguien corriendo hacia nuestro nuevo guía, entregándole ropa para que pudiéramos vestirnos.
Seguimos caminando hasta que comenzamos a descender hacia una mansión blanca imponente, rodeada de cipreses, diseñada para fundi