Al salir de aquella habitación, Astrid sintió el frío en su corazón; no podía negarse a una petición del Alfa, a pesar de no ser una esclava, tenía muy clara su posición; sin embargo, había tenido la suficiente valentía para lograr una oportunidad para Adalet para probarse en la guardia. Conocía el amor de Emil hacia su sobrina, por lo que sentía convicción que aquel dolor que hoy sentía en su corazón por apartarse de Emil, valdría la pena.
Caminó por los pasillos del castillo, ensimismada, hasta escuchar la voz del joven Beta, que la detuvo.
- Astrid, ¿Está todo bien?
- Emil… - la joven loba, tenía una gran dificultad para expresar lo que ocurría ¿Cómo explicar lo que no podía revelar?
- ¿Te irás? - dijo Emil, descifrando su rostro. La joven se sorprendió de sus palabras ¿Cómo podía conocerla tanto?
- … - Ella asintió en silencio y bajó la cabeza
- ¿Es por mi madre?… ¿Es por Fatma? - Preguntó el joven Beta, tomando sus manos.
- No es por ellas.
- ¿Siquiera… volverás?
- No volveré,