Capítulo 49. Parte 5
Antonella:
Me quedo prácticamente sin respiración, y una taquicardia inesperada me ataca, sin saber si voy a morir o si todo es producto de la pregunta de Marcus. Veo en su mirada la necesidad imperiosa de que una madre lo ame, que le dé respeto, paciencia y esa complicidad que hay en un lazo que no debiera romperse jamás. Me doy cuenta de que, sin haberlo parido, tengo todo y más para ser su madre, para respetar a ese niño; para mí es un honor ser parte de su vida.
—¿Puedes?
—Te puedo amar como una madre ama a su hijo, como si hubieras estado dentro de mí. Puedo ser tu guía, puedo estar en los momentos más felices y tristes de tu vida, puedo apoyarte y aconsejarte. Puedo eso y más.
Acurruco a Marcus entre mis brazos y lo comienzo a mecer hasta que su llanto cesa, logrando que se quede dormido junto al último suspiro de tristeza que le queda. A mi lado está Diego, quien silenciosamente llora por su hijo, recordándome que, aunque en el sexo puedo llamarlo Dios, en realidad es un simple