Capítulo 34. Parte 2
Antonella:
—Buenas tardes —saluda una chica en la entrada del restaurante, mientras me mentalizo en disfrutar del momento y, por un instante, olvidar que estuve atada de por vida a un hombre que no logré amar jamás y que me hirió a niveles insospechados.
Caminamos hacia el interior del restaurante, siguiendo a la chica que nos ha recibido en la entrada, en busca de la mesa que hemos reservado. Con la caballerosidad que lo caracteriza, Diego corre mi silla para que me siente, y luego hace lo mismo con Cinnia.
Mi hermano no ha llegado, pero no han pasado ni cinco minutos y ya estoy impaciente, con deseos de verlo nuevamente y también de poder presentarlo a mi amiga.
—Ya quiero que conozcas a mi hermano —digo entusiasmada, tomando la mano de mi amiga, quien en vez de mirarme a los ojos, mira por detrás de mí, asegurando que Enzo ya está con nosotros.
Él viene tan guapo como siempre, con una camisa blanca y jeans, haciéndome recordar cuando era un hombre alto y tan delgado como yo.
—¡Enzo