Antonella:

En tiempo récord recojo los platos de la mesa, los lavo, seco y guardo en un mueble, dejando la cocina en perfecto estado. Al darme cuenta de que el tiempo ha pasado demasiado deprisa, decido darme una ducha rápida con el solo propósito de sacar el sudor del día. Luego, me aplico crema en el cuerpo, me maquillo y me visto con lencería de encaje negra, algo apropiado para una cita médica. Me despido de un hombre al que no le importo, y me voy en busca de un taxi para lograr llegar a tiempo.

Al llegar al hospital, me dirijo a la consulta del médico, y para mi desgracia, la asistente no está en su puesto de trabajo, por lo que decido sentarme a esperar, aunque es extraño no ver ni un alma en la sala de espera.

La puerta de la consulta del médico se abre de pronto. Veo salir a una mujer alta de cuarenta año aproximadamente, que se acerca a mí.

—Disculpa... ¿Es usted Antonella Bianco? —me pregunta.

—No —respondo, hasta que caigo en cuenta que es el apellido de mi madre—. O sea,