Capítulo 13. Parte 3
Diego:
—Tienes razón, Marcus... la maestra es preciosa... —comento, visualizando el rubor del rostro de Antonella ascendiendo lentamente.
Ella se encoge de hombros y sonríe con timidez, mientras sus ojos bailan de un lado a otro, y yo me maravillo con esos sencillos gestos. Sé que estoy faltando a mi palabra, que habíamos quedado en que nuestra relación sería de maestra a padre, sin embargo, solo Dios es testigo de lo mucho que me cuesta.
«Antonella es frescura, es luz, es respiro...»
Miro a Marcus, quien se acerca y la abraza con ternura, y yo sonrío de medio lado, porque sé que le gusto y la pongo nerviosa. Aunque soy consciente de que no debo, es inevitable hacerla sentir así.
—Marcus, ¿puedes ir por un refresco a la máquina, por favor? —pide Antonella, mientras saca de su bolso un montón de monedas para dárselas al niño. Marcus las recibe contento y corre fuera de la sala, dejándonos solos.
—Creo que me darás una reprimenda —comento, poniendo cara de ángel, mientras muerdo mi labi