Brooke
La universidad olía a café recalentado, a carpetas llenas y a prisas. Pero también a rutina. Y eso, después del torbellino que había sido Aleksei en su vida, le parecía casi reconfortante.
Cruzó el vestíbulo principal con pasos algo torpes, como si sus pies no recordaran del todo el camino. No había contestado el mensaje de Lía del día anterior. Ni el segundo. Ni el tercero. Y ahora solo esperaba que su amiga no la matara al verla.
Y no tardó en aparecer.
—¡Brooke! —La voz de Lía resonó a su espalda como un latigazo.
Se giró, sabiendo que la tormenta era inevitable. Lía caminaba con rapidez, los ojos chispeando preocupación y reproche.
—¿Pero tú estás bien? ¿Estás viva? ¿Te secuestraron? ¿Te fuiste de retiro espiritual con algún monje tibetano? Porque si no es nada de eso, entonces necesito una muy buena explicación.
Brooke suspiró. Sabía que lo merecía.
—Lo siento. De verdad. Necesitaba... procesar cosas. Y no quería arrastrarte.
—Brooke, soy tu mejor amiga. Me ofende que pien