Lo que dicta el corazón (2da. Parte)
El mismo día
Ibiza, España
Iván
Estar libre me hizo comprender algo más doloroso que cualquier prisión: no tenía derecho a presentarme frente a Camila después de estos meses, no cuando la había empujado a olvidarme. Y, aun así, moría por verla, por escuchar su voz, por sentir esa mezcla de jazmín y lavanda que la acompañaba siempre. Respiré hondo, intentando calmar el temblor de mis manos, y le respondí a Lucas, tratando de mantener la sensatez.
—Lucas —dije, la voz tensa, casi un susurro—, por ahora necesito una buena cena y un colchón suave. Después pensaré a dónde quiero empezar de cero.
Él me lanzó una mirada cargada de reproche y esperanza.
—Me lo temía… —murmuró—. Guardaba la esperanza de que este tiempo encerrado te hubiera servido para recapacitar.
—Recapacité, sí —confesé, rozándome la frente con los dedos—. Sobre mis errores, sobre el pasado… sobre todo lo que perdí.
—Sabes que me refiero a Camila —insistió—. Renunciar a ella fue la mayor estupidez que cometiste, pero aún pu