Entre enemigos y aliados (1era. Parte)
Unos días después
Málaga
Ramiro
Todo el tiempo Andrés había estado jugando conmigo, sacando las garras poco a poco. No vi venir cómo usaría el secuestro en mi contra. O tal vez sí, y simplemente creí que podía controlarlo. Admitirlo no era una opción, pero tampoco dejar que me manipulara a su antojo.
Y ahí estaba, frente a él, buscando una maldita salida para que no abriera la boca. Finalmente dije lo primero que se me cruzó por la cabeza.
—Andrés, voy a pasar por alto tus amenazas porque entiendo que viviste un hecho traumático con el secuestro y no estás consciente de lo que repites.
Él soltó una carcajada seca, sin humor.
—No continúes con tu discurso barato. No tengo un pelo de tonto, aunque te guste creerlo.
—Andrés, descansa —respondí con voz contenida, girándome hacia la puerta—. Mañana, con la cabeza fría, charlamos.
—¿Crees que no sospechaba que tramabas algo contra mí? —me interrumpió con una sonrisa torcida—. Lo supe desde que llegaste a la hacienda. Te dejé hacerlo solo pa