Mateo se sintió como un niño en una tienda de dulces cuando llegó al estudio de grabación con sus amigos Luna, Sofía y Max. El lugar era un palacio de sonido, con equipos de alta tecnología que brillaban como estrellas en la oscuridad y una acústica perfecta que parecía absorber todos los sonidos. Álex, su manager, los esperaba con una sonrisa seria, pero sus ojos parecían estar escondiendo un secreto detrás de una máscara de profesionalismo.
—Este estudio está muy equipado—dijo Álex, con un tono de voz que no admitía discusión, como si estuviera dictando una sentencia. —Recuerden que esta noche tienen una cena con El Productor. — Su voz parecía tener un tono de advertencia, como si estuvieran siendo llevados a un lugar del que no podrían escapar. Los chicos se miraron entre sí, emocionados y nerviosos al mismo tiempo, como si estuvieran a punto de saltar de un trampolín hacia un abismo desconocido. Mateo no podía creer que su sueño se estuviera haciendo realidad, y la música parecía estar llamándolo como una sirena en la noche. La pasión que sentía por la música era como un fuego que ardía en su interior, y ahora tenía la oportunidad de compartirla con el mundo. Después de una larga sesión de grabación, Álex les recordó que tenían que prepararse para la cena con El Productor. Mateo sintió como si estuviera siendo llevado a un sacrificio, y la ansiedad se apoderó de él como la niebla que cubria la ciudad. La limosina llegó a su casa, y Mateo se subió, sus amigos estaban dentro, sintiendo que estaban entrando en un mundo del que no podría escapar. La limosina los llevó a una mansión lujosa que parecía sacada de una película de Hollywood, con columnas que parecían sostener el cielo y jardines que brillaban como un oasis en el desierto. Los chicos se miraron entre sí, impresionados por la opulencia que los rodeaba, como si estuvieran en un sueño del que no querían despertar. Al llegar, un mayordomo los recibió con una sonrisa que parecía ser una máscara de cortesía, y los llevó al despacho del Productor. El hombre era alto y elegante, con una presencia que parecía llenar la habitación, pero lo que llamó la atención de Mateo fue la máscara que cubría su rostro. Era una máscara de porcelana, con una sonrisa que parecía ser una mueca de burla, y Mateo sintió como si estuviera mirando a un demonio. —Bienvenidos, jóvenes— dijo el Productor, con una voz baja y suave que parecía ser un susurro del diablo —Me alegra que hayan podido venir esta noche. Espero que disfruten de la cena— Su voz parecía tener un tono de burla, como si supiera que estaban a punto de entrar en un infierno. La cena parecía un ritual de iniciación con ocho personas enmascaradas esperándolos en la mesa, con platos que parecían ser parte de un sacrificio humano. La carne que les sirvieron era casi cruda, y la sangre aún goteaba, como si estuvieran comiendo un animal recién sacrificado. Los chicos hicieron una mueca, pero trataron de comer, sintiendo que estaban siendo obligados a participar en un juego del que no conocían las reglas. Y entonces, el mayordomo destapó el platillo principal, y Mateo sintió como si hubiera visto el rostro del diablo. Dentro del platillo había una cabeza humana, con una manzana en la boca, y los ojos parecían estar mirándolo con una expresión de horror. Los chicos se miraron entre sí, horrorizados, y Mateo sintió como si estuviera en un sueño del que no podía despertar. —¿Qué... qué es esto?— preguntó Sofía, con la voz temblando. —Es un plato tradicional— dijo el Productor, con una sonrisa detrás de su máscara. —Disfruten de la comida—. Su voz parecía tener un tono de burla, como si supiera que estaban a punto de perder su alma. Los chicos se miraron entre sí, y luego comenzaron a comer la carne. Tenía un sabor exquisito, como si estuviera hecha de algo que no fuera humano. Mateo sintió como si estuviera perdiendo la cordura, y supo que estaba atrapado en un mundo de terror del que no podría escapar. La cena continuó, y los chicos trataron de mantener la compostura, pero Mateo sabía que algo estaba muy mal. La máscara del Productor parecía estar sonriendo.