Mundo ficciónIniciar sesiónCronos un chico de diecisiete años cansado de la vida, le gustaría morir, pues asume que a nadie le va a importar su muerte. Le encantaría desaparecer para ver si a alguien realmente le importa su existencia, mas sabe que es un deseo imposible, cuando mueres ya no hay más nada... solo oscuridad, no hay forma de saber que sucede en el mundo de los vivos... Lo que, Cronos no sabía es que un ser de mil años convertiría su sueño en realidad. Dándole una nueva vida. Cronos conocerá el mundo de las criaturas de la oscuridad, donde conocerá la sensualidad y el misticismo de estos seres amos de la noche. Una historia de pasión, sensualidad, amor, amistad, traiciones, familia y perdón. Primer libro de la saga: "El secreto de la vida eterna" **Obra registrada cualquier reproducción parcial o total de la misma será penado por la ley**
Leer másCon la suave iluminación de las lámparas colgantes en la cafetería, Amber esperaba con paciencia a su hermana, habían acordado encontrarse en aquel pequeño e íntimo lugar en donde solían charlar. Llevaban un mes sin verse, después de la magnífica boda de Amber, con el hombre que sus padres habían elegido para ella, finalmente se reunieron para charlar sobre sus vidas.
El delicioso aroma a café recién molido se desbordaba en el ambiente. Cuando Amy llegó, Amber ni siquiera se molestó en voltear hacia la puerta, pues el fuerte chasquido de los tacones de su hermana al andar, le anunciaron su llegada. Siempre le gustaba llamar la atención.
La chica escaneó el lugar con cautela. Amber estaba sentada en una esquina como siempre, sus ojos verdes nerviosos se encontraron con los de su hermana gemela, cuando esta se acercó. Luego de un abrazo relativamente corto y frío, sellaron su reencuentro.
—Parece que el matrimonio te ha sentado muy bien, te ves con más color y creo que hasta con unos kilos de más. —Ladeó los labios para luego retirarse su abrigo.
Amber inhaló profundo y bebió un sorbo del capuchino que tenía sobre la pequeña mesa de madera.
—También me da gusto verte —murmuró bajito y desvió su mirada hacia el cristal, para ver la llovizna.
—Jamás me imaginé que se tomaran tanto tiempo en su luna miel, “casi un mes, me parece un sueño”—, deseo que me cuentes los detalles de tu viaje, ¿qué tal tu noche de bodas? —esbozó una sonrisa torcida.
Amber fingió sonreír lo mejor que pudo.
—Estuvo bien. ¿Cómo está Jack?, me contó mamá que estuvo enfermo.
—El hombre es un necio, apasionado del trabajo. Ya lo conoces, se negaba a ir al médico, hasta que la fiebre, lo hizo sucumbir, pero ¿a quién no? —se encogió de hombros.
—Pero…, ¿ya está bien?, ¿se recuperó del todo? —cuestionó sintiendo una presión en su pecho.
— ¡Ay! adoro ver como te preocupas por mi marido. Estoy segura que serás una gran esposa para Jacob. —Colocó su mano sobre la de ella—. Está tan recuperado que se fue a Washington por negocios. —Sujetó la taza que recién le habían llevado.
—Te pedí un espresso —comentó Amber con mayor tranquilidad.
—Siempre estás en todo, Amber, eres el sol de la familia —Amy recargó el codo sobre la mesa, sin quitarle la mirada de encima.
Amber inclinó su rostro, sabía perfectamente que eso era una mentira. Desde que eran niñas, hubo una especie de rivalidad impuesta por sus padres —Siempre buscando quién era la mejor— En comparación con Amy, ella siempre había sido el patito feo, pues su hermana siempre había destacado por su inteligencia y destreza para los negocios. Su mente táctica y su perspicacia empresarial la habían vuelto el tesoro de la familia.
Por esa razón, la unión de hace dos años entre Jack y Amy había sido otro negocio más. Sus padres la habían presionado, ya que el señor Fóster había sufrido un infarto, luego de estar en serios aprietos, por un “misterioso desfalco”, necesitaba con urgencia que alguien los ayudara a evitar la ruina. Quien mejor que su mayor orgullo para ser la esposa de un importante CEO, dejó fuera los sentimientos, los cuales no cabían en las negociaciones. Por suerte Jack, era un buen partido, que buscaba consolidarse en Nueva York, por lo que también le vino bien contraer nupcias con ella y tener carta libre dentro de los negocios de la familia.
—No has respondido la pregunta que te hice, ¿qué tal tu primera noche con Jacob? —cumplió con las expectativas? —mordió su labio inferior.
Las mejillas de Amber se tiñeron de rosa, al ver a su hermana hacer un ademán, que ella comprendió muy bien. Amy deseaba saber detalles sobre la virilidad de su ahora ‘esposo’.
—No voy a responder a tus preguntas. —Volvió a dar un sorbo a su capuchino—, no tienes porque saber esas cosas, ‘son privadas’.
Amy carcajeó sin poder parar.
—Entre nosotras no existen secretos, ¿qué tiene de malo saberlo? —cuestionó. — ¿Acaso temes que se me antoje acostarme con tu marido? —preguntó curiosa—, voy a recordarte lo que ya sabes: Jack es un hombre de… grandes virtudes. —Separó los dedos índice de ambas manos y enfatizó—, además que es un gran amante. —Mordió su labio inferior—. Así que dime, ¿por qué razón no podrías hablarme de las virtudes de tu marido?
Para suerte de Amy, más que de Amber, la cafetería se encontraba prácticamente vacía, por lo que daba el perfecto escenario para que ella preguntara lo que quisiera, pero Amber jamás creyó que llegara a tanto. Por lo que con frecuencia desviaba su mirada.
Amy buscó la mirada verdosa de su hermana. Sabía que algo le estaba ocultando. Intuía que su hermana le ocultaba algo, y deseaba descubrir el misterio que guardaba, pero Amber era como una caja fuerte, que no permitía entrada a sus secretos.
—Siempre nos hemos contado todo —Amy intentó que la mirarla, pero no lo logró. — ¿Qué pasa?, ¿te inquieta algo?
— ¿Cómo le hiciste para acostumbrarte a vivir con Jack? —Amber cuestionó evadiendo el tema.
Amy tomó su móvil para contestar un mensaje, antes de responder a la pregunta de su hermana.
—Es cuestión de perspectivas —contestó con simpleza—. Mi matrimonio como el tuyo, solo es una transacción familiar. ¡No lo olvides! Tienes que manejarlo así. Debes tener acuerdos con tu socio, y cada uno seguir con su vida. —Elevó una ceja.
—En estos dos años que llevas de casada, ¿aún no te has enamorado de él? —cuestionó con incredulidad. Jack era un caballero, tenía una sonrisa encantadora, podría describirla como seductora; además que sus charlas eran interesantes, había viajado mucho, era muy culto. Y… atractivo.
Se mofó sin poder evitarlo.
—El amor es para los débiles, nosotras fuimos criadas de forma distinta, ¿acaso ya lo olvidaste?, lo más importante en esta vida es…
—El poder —interrumpió Amber, en ese momento se dio cuenta que su hermana Amy era la viva imagen de su padre, fría, calculadora, parecía no tener corazón, sin embargo ella se sentía atrapada entre la ambición de su familia y sus sentimientos.
—Retomando nuestra conversación, ¿me vas a decir que tal tu vida de casada? —volvió a insistir.
—No muy distinta a la tuya. —Se puso de pie, mirando el reloj—, se me hace tarde, tengo que trabajar. —Se dio la media vuelta, intentando ocultar las lágrimas en su mirada, era verdad, ocultaba algo que le quemaba en su interior. «Había aceptado casarse, pues deseaba poder olvidarse del hombre del que se había enamorado. Era un amor imposible, a pesar de estar muy cerca de él, estaba a años luz de su corazón. Se trataba de Jack Davis, el esposo de su hermana. ¿Qué podía hacer?».
La individualidad comienza con un alejamiento, y el amor se demuestra al dejar ir las cosas".-Cecil Day-LewisCronos despertó aun pensando en todo lo que había sucedido entre ellos. Fue extraño para él despertar en ese cuartito de hotel, en pocos meses se había acostumbrado al estilo de vida que llevaba con Zeal. Era difícil culparlo, él había visto a Zeal como su salvador, pero eventualmente se convirtió en su custodio, lo salvó de su existencia para mantenerlo encerrado como las personas que compran joyas para tenerlas en una vitrina. Eso era algo que Cronos no podía aceptar, le faltaban pocos meses para ser mayor de edad y desde que tenía trece había intentado escapar de su familia, ahora que era vampiro no pr
"Solo entenderás el dolor quecausastecuando el dolor te atrape a ti."Otoño 1998.San Petersburgo, Rusia.Cronos no podía creer lo que veía, Zeal ahorcando a Ivanna mientras le gritaba fuera de sí.—¿Qué hiciste con él maldita zorra?Ivanna no podía hablar el agarre en su garganta era asfixiante y aun de no serlo el terror era demasiado. Sus ojos estaban desorbitados y su cara deformada en una mueca de horror.Cronos aú
"El hombre puede soportar lasdesgracias que son accidentales y llegan de fuera. Perosufrir por las propiasculpas ésa es lapesadilla lavida"—Oscar Wilde.—¿De que mierda estás hablando?Ivanna deja escapar una fuerte carcajada, Cronos solo la observa mientras ella reía más y más fuerte.—Ivanna estás ebria mejor deberías dormirte.Ivanna se puso de pie aún desnuda fue a buscar algo en su bolso, Cronos no la miraba, aunque le preocupaba un poco el hecho de que ella supiera que él era un vampiro ahora solo pod&ia
Verano 1998SanPetesburgo, Rusia Ivanna abrió los ojos lentamente, la obscuridad la rodeaba, no tenía idea de la hora, no sabía donde estaba y mucho menos cómo había llegado. Le dolía la cabeza, sentía como si se la estuvieran martillando, la habitación le daba vueltas, tenía náuseas... Se sentía del asco.No era la primera vez que Ivanna amanecía sin saber en donde estaba, por lo menos esta vez tenía su ropa puesta y no había amanecido detrás de un basurero, Boris el bajista de la banda y su ex novio le advertía todo el tiempo que no tomara tanto que algún dia iba a amanecer muerta dentro de un contenedor, pero ella no lo escuchaba pensaba que ¿Qué categoría moral puede tener un cocainómano para aconsejarla?
"Poned atención: un corazón solitario no es un corazón."—Antonio MachadoCronos abrió los ojos lentamente, se sentía mareado, cansado, su visión no era buena. ¿Cómo podía sucederle siendo vampiro? Se incorporó con esa horrible sensación. Estaba en su cama, en su habitación.¿Cómo había llegado?Zeal... Discutió con Zeal... ¡Maldito hijo de perra!Él lo había hecho perder el conocimiento. Zeal había bebido de él hasta que se desmayó. ¡Ese! ¡Ese...!
"La responsabilidad es el precio de la libertad".- Elbert Hubbard.Verano 1998Londres, UK.—¡Ah!- gritó Abril. —Continúa.—No creo que sea apropiado.—respondió Sebastián.—Solo... Sigamos...—jadeaba.Pequeñas gotas de sudor cubrían su cuerpo y el de Sebastián, sus respiraciones agitadas, sus miradas fijas en el otro, sus rostros enrojecidos.—No puedes continuar.—Cla
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