El primer día de Elena en la casa Villalba había transcurrido en calma después de ese encuentro temprano en la mañana con su enemigo. Le había mentido cara a cara y sin titubear al decirle que no había encontrado las pastillas. Tenía avances con lo que había hallado, sabía que debía tener precaución en cada detalle.
Esa tarde, mientras cepillaba con delicadeza el cabello de Camila, la mujer mantuvo la vista fija en el jardín. De pronto, comenzó a hablar, como si sus pensamientos se desbordaran sin control.
—Me ha traicionado… me ha engañado terriblemente. Y lo peor de todo es que se ha enredado con una mujer que podría ser su hija…—murmuró, con una amarga sonrisa—Yo se lo he dado todo, toda mi lealtad…Todo mi apoyo…
Elena permaneció en silencio, dándole espacio para continuar. En ese momento Camila Villalba la tomó de la mano con suavidad, le quitó el cepillo y lo dejó en su propio regazo.
—Siéntate a mi lado por favor. —le pidió a Elena. Ella tomó la silla del tocador y la colocó al