Iván volvió a tocar, golpeando más fuerte. Nada. Ninguna respuesta desde el interior de la casa.
Frunció el ceño, y giró la cabeza hacia la caseta de los vigilantes. Giro el vehículo hacia ellos y empezó a llamar su atención con la bocina y las luces. Salieron de inmediato de la caseta e Iván les hizo señas para que se acercaran.
Uno de ellos trotó hasta donde estaba Iván.
—¿No hay nadie?
—No. Las luces están encendidas, pero nadie responde. Es raro, ¿no? —preguntó Iván, con la voz cargada de preocupación.
El vigilante asintió.
—La señora Clara salió hace poco en su vehículo, pero debió quedar la joven Valeria con la señora que la cuida. Espere aquí, voy a dar la vuelta para revisar la parte trasera.
Iván lo siguió a cierta distancia mientras el guardia bordeaba la casa, iluminando con su linterna los alrededores de la casa. Al llegar a la parte de atrás, notó que en la cocina había una luz encendida. También pudo escuchar música que sonaba en el interior.
El vigilante golpeó con fuer