Siento los nervios a flor de piel y me detento por eso. la voz de Camila es el recordatorio de todo lo que Alexander tiene en juego. Aún más estando en la casa de Kamal Kara. Todo puede irse al carajo en un abrir y cerrar de ojos.
—Vete —le imploro, empujándolo suavemente con mis manos—. No pueden vernos juntos.
—No me importa lo que piense Camila —replica y tiene el ceño ligeramente fruncido.
—No —niego con la cabeza con más firmeza, empujándolo de nuevo, esta vez con más fuerza—. No. Será mejor que te vayas. Ahora.
Mi urgencia es palpable. Su ceño se acentúa, y el verde de sus ojos se oscurece con la frustración. Se aleja lo suficiente para que pueda deslizarme fuera del rincón y mi espalda todavía hormiguea por el contacto con la pared.
—Tu reacción solo me deja claro que algo está pasando, Nicole. —Me mira fijamente, con una intensidad que promete una investigación. —Y voy a descubrirlo.
Con eso, se gira y se aleja por el pasillo, su figura imponente desaparece entre la multitud.