Me siento aliviada al entrar en el departamento después del largo día. El calor húmedo que se había acumulado en mi cuerpo parece impregnarse en cada poro, y la sola idea de una ducha me hace acelerar el paso. Cierro la puerta de la habitación con un clic firme y me dirijo directo al baño, dejando caer la ropa al suelo con un suspiro profundo. El agua tibia empieza a deslizarse sobre mi piel, un alivio inmediato que me hace cerrar los ojos y olvidarme, aunque sea por un momento, de las complicaciones que me esperaban.
Me quedo ahí un rato, escuchando el sonido constante del agua y dejando que mi mente se despeje. Entiendo que esto no será fácil, pero si algo he prendido es que cada pequeño paso es importante. Cuando salgo, me envuelvo en la toalla y frente al espejo veo a una mujer diferente. Esta vez me pongo un vestido largo de tirantes, suelto y vaporoso, con un aire muy hippie que contrasta con la rigidez que empieza a dominar mi vida. Me gusta cómo se mueve con la brisa artificia