Mi cuerpo se estremeció y miré fijamente a Theo. Dios... ¿Y si le habían hecho algo malo a Dimi?
Me alejé unos pasos de ellos:
- I... Necesito tomar esto... sola.
Theo y Ben me miraron, preocupados.
- Hola... - Dije, asustada.
- ¿Quieres saber dónde debes dejar el dinero? - preguntó la voz familiar de la mañana.
- No... - respondí, insegura.
- Por cada persona a la que se lo cuentes, alguien a quien quieres saldrá herido.
- ¡Pero si no se lo he dicho a nadie! - le aseguré, distanciándome aún más de Theo y Ben-.
- En este caso, por cada centavo que niegues, alguien a quien amas saldrá herido. - Oí risas al otro lado de la línea. - Se rió, ¿verdad?
- ¿Qué... ¿Hiciste? ¿Quién coño eres?
- No estoy bromeando, Maria Lua. En est