- No he tenido náuseas... O mareos. - Excepto cuando alguien me levanta y me hace girar como una loca. - Miré a mi marido.
- ¿Desde cuándo lo sabes? ¿De cuántas semanas estás? - Heitor quería saberlo.
- Esperé hasta estar de doce semanas. Tenía miedo... De lo que pasó la otra vez. - Miré a Theo - Siento no habértelo dicho antes, pero... De todos modos, no quería hacerte feliz y correr el riesgo de nuevo... Perder...
- Mi amor, podrías habérmelo dicho. Pero me encantó la forma en que me sorprendiste.
- Sabes que terminamos acercándonos con la pérdida del otro bebé, ¿no? - Después de esa situación, todo funcionó entre nosotros. No me has dejado sola en ningún momento, como prometiste.
- Y nunca lo haré, Maria Lua. Porque significas todo para mí, mi amor.
- Mírame. - pidió Heitor.
Todos le miramos.
- ¿Tengo cara de abuelo? - Abrió los ojos, preocupado, poniéndose la mano bajo los ojos, buscando arrugas.
Nos echamos a reír. La verdad es que no. Aun así, lo sería.
Vi llegar a Dimitry con