- Pero es difícil. Creo que tendré que irme a vivir con mi hermano a Alemania.
- E... ¿Sabe de tu plan de mudarte con él?
- No. Pero Diógenes nunca me negaría ayuda. Como Salma, siempre ha sido sensato.
- ¿No te imaginas dónde pueden estar los diarios de Salma, que seguramente se llevaron Anya y Daltro?
- No tengo la menor idea.
- ¿Dónde está el bebé?
- Debe estar por ahí.
- ¿Por ahí? Él es... ¿No es tu pariente? ¿No te preocupas por él?
- María, no podemos ocuparnos de todo en esta vida. Apenas puedo cuidar de mí misma... ¿Cómo esperas que me haga cargo de un niño que ni siquiera es mío?
- Es sólo... Un bebé.
- No es mi responsabilidad. Ni tuya.
- ¿Dónde está la familia de este niño?
- Sé tanto como tú. ¿Y quieres saber más? No voy a preguntar. A veces, cuanta menos información tengamos, mejor.
- Sandro... Dime una cosa: ¿Salma era una buena hermana?
- Sí. Era la mayor. Era la única persona que se preocupaba por mí... ...y de mis otros hermanos que ya habían nacido en esa época. Lueg