- Honestamente, esperaba que fueras un poco más fácil.
- ¿Que te engañara?
- Entregarte a mí... Cuerpo... Y alma. - Se rió libertinamente.
Tragué saliva y me senté en el sofá blanco y brillante, sin una mancha ni rastro de suciedad.
- ¿Qué fue de Zeus? - Maíra regresó del piso de abajo, que estaba oculto al mundo exterior. Llevaba al niño en brazos.
- ¿Zeus? - La miré, confuso.
- Mi hijo.
- ¿Zeus? ¡Es sólo un niño! ¿Cómo has podido hacerle esto? - pregunté, incrédula.
¿Quién se atrevía a llamar Zeus a un recién nacido? Habría sido mejor que le hubieran llamado "Bebé" toda la vida.
- ¿Qué le ha pasado a mi hijo? ¿Qué le han hecho?
- ¿Qué le he hecho yo? Usted... Dejaste a tu hijo en esa horrible casa, al cuidado de cualquiera... - Miré al niño en su regazo, con mejor aspecto- Nunca había cuidado a un bebé en mi vida. ¿Cómo puedes hacerle eso a tu propio hijo, a un bebé?
Tocó la frente del niño, que seguía apoyado en su pecho, sin reaccionar, pero con sus ojitos ya abiertos.
- Responde